Cuando el público conoció que Albert Boadella y Ramón Fontseré cabalgaban de nuevo juntos con Els Joglars sobre los escenarios, y en esta ocasión en torno a un personaje como el rey emérito, Juan Carlos I, no pudo evitar la sonrisa cómplice. La noticia no pasaba desapercibida ni para los amantes del teatro ni para algunos que ocupan despachos oficiales. Recién estrenada, la obra ‘El rey que fue’ clausura el 46 Festival Internacional de Teatro de Badajoz, el 27 de octubre. El dramaturgo, actor y director Albert Boadella, fundador de Els Joglars, nos habla de este nuevo proyecto.

A sus 80 años, Bodella mantiene intacta la visión crítica y la lucidez que le han caracterizado y de la que ha hecho gala en sus 60 años de trayectoria profesional. Regresa de nuevo a su casa, Els Joglars, de la que salió hace 12 años dejando el testigo a Ramón Fontseré, para dirigir este espectáculo, el número 41 de la compañía que fundó en 1961.

Como todas sus obras, ‘El rey que fue’ no dejará indiferente a nadie. Según cuenta, cambiará la visión que se tiene de Juan Carlos I, ya que permitirá un acercamiento a este personaje controvertido, no desde la sátira a la que Boadella nos tiene acostumbrados sino desde la tragicomedia shakespeariana. Asegura que Shakespeare, Moliére o Valle Inclán habrían querido hacer una obra sobre Juan Carlos I. También asegura que sin Fontseré no habría sido posible.

Boadella también habla de su relación con Cataluña y de Carles Puigdemont, del que dice que no da ni para una obra, «si acaso para un sketch».

¿Qué va a encontrar el público en ‘El rey que fue’?

El público saldrá con emociones distintas a las que tenía antes de la función respecto al  rey emérito. No digo que cambie completamente su opinión, pero sí hay cosas que desde el punto de vista emocional les hará reconsiderar la imagen que tenían de él. En primer lugar porque la interpretación de Ramón Fontseré es alucinante, es como ver realmente a la figura del rey Juan Carlos sobre la escena. Lo hace tan real que extrae la parte profunda de su carácter, por lo tanto la gran mayoría de los españoles que no lo ha conocido personalmente pueden conocerlo aquí con una cercanía que no es la cercanía que dan los medios de comunicación.

Veremos a Juan Carlos I en el momento actual, con sus sombras y sus luces, las cosas que han sido extraordinarias en su vida y las negativas. Tiene un lado humorístico, porque él también es un personaje que tiene aspectos humorísticos, pero también los tiene trágicos. No hay que olvidar que salió con 10 años, solo, de la estación de Estoril porque su padre lo enviaba con el dictador a España. Y se encuentra en un país que desconoce y está bajo la tutela del dictador 27 años. Son aspectos que tienen una fuerza indiscutible que compensan ciertas cosas negativas que el personaje ha tenido y que hacen comprender ciertas cosas.

Ese cambio de percepción ¿es para bien o para mal?

Cuando uno se acerca profundamente a una persona, sobre todo la persona que ha sido objetivo en los últimos tiempos de opiniones muy duras, no digo que buena parte de ellas no sean motivadas, también se acerca a comprender ciertas cosas de su carácter, de sus circunstancias…En la cercanía uno siempre tiende a la misericordia, en general, a no ser que uno sea un sádico o un psicópata, que no es el caso.

Albert Boadella
Ramón Fontseré y la compañía Els Joglars en un momento de la obra ‘El rey que fue’.

Boadella:  “El rey emérito creyó que podía tener impunidad como Carlos V o Felipe IV”

¿Cuál es la mirada de Boadella, es una mirada indulgente?

Es una mirada con un poco de más conocimiento que la mayoría de los españoles porque he tenido oportunidad de conocerlo bien. Pero trata de ser una mirada objetiva, de pensar que él pasará a la historia por lo que tiene que pasar: por haber llevado a España a la democracia después de 40 años de dictadura. Las cosas negativas la historia las colocará en segundo lugar. También pienso que es un hombre que habría podido pasar a la historia por ser el gran rey de España y de Europa y que teniéndolo todo ha destruido una parte de su vida por su frivolidad y por no haberse adaptado a los tiempos actuales. Por haber pensado que él tenía una impunidad como podían tener Carlos V o Felipe IV. No pensó que estaba en una época en la que esta impunidad ya se había acabado, creyó que estaba por encima. Y esto es el lado oscuro. Veo un hombre con sus luces y sus sombras. Ahora, ¿Que siento cierta pena por él por su situación actual? Sin duda. No me gustaría que este hombre muriera en el exilio, España no tiene más remedio que acogerlo de nuevo y aceptar lo bueno y lo malo.

¿En ‘El rey que fue’ encontraremos la sátira que empleó con Jordi Pujol?

No. Con Pujol fue una sátira “destruccional”. Destructiva en el sentido de que tenía una idea absolutamente ridícula y nefasta del personaje. Tengo que decir con franqueza que de alguna manera destruíamos al personaje a base de la risa, sobre todo porque era un personaje al que yo no le tenía ninguna consideración personal. Conocía a Pujol. Y al rey Juan Carlos también lo conozco, he hablado horas con él de ciertos aspectos, él ha venido a ver obras mías y hemos tenido una cierta relación. Y mi consideración no es la misma que con Pujol. Creo que este personaje ha hecho cosas formidables, como tener el poder absoluto durante 14 meses, como tenía el dictador y tuvieron Felipe II o Luis XIV de Francia, y pasar al pueblo a la democracia.

Ese es un gesto que no tiene parangón en la historia, es un aspecto muy positivo, lo mismo que su aparición el 23-F, al margen de las especulaciones que podamos hacer de su vinculación o no vinculación. Y luego tiene una parte negativa de sus últimos tiempos, no sólo de frivolidad sino de problemas que tienen que ver con la ética de un gobernante, en lo que se refiere a cuestiones económicas. Por lo tanto es un personaje controvertido. Es muy difícil hacerlo en sátira, he buscado un tono más shakespeariano, más cercano a la tragicomedia shakespeariana, aunque tenga momentos que mueven a la risa, sin duda, porque no es que seamos muy amables con él. Creo que es una visión bastante justa de lo que es el personaje.

“En Madrid ningún teatro público ha acogido la obra”

Ha dicho en alguna ocasión que desde 1962 ha sufrido la censura ¿con esta obra habrá también?

En mi caso la censura ha sido siempre exterior. Hay una parte de mi gremio que desde hace unos años se está aplicando la autocensura, que es la corrección política. No es mi caso, no me he aplicado nunca la autocensura, y eso se ha visto, ha habido procesos, atentados, cárcel… precisamente porque no me he aplicado la autocensura. Otra cosa es la censura exterior. Estamos en un momento en el que hay una censura encubierta realizada por las administraciones públicas, simplemente diciendo: no te contrato porque lo que haces no está en mi ideología. Y eso está funcionando en todos los lados y en todos los ámbitos políticos, sea la derecha sea la izquierda. Hay un mundo de programadores que en el fondo quieren complacer a su consejero o concejal de Cultura, para que no es enfaden con ellos. Esta censura yo sí la he sufrido, muy especialmente en los últimos tiempos. Durante los años 80 y 90 hasta el año 2000, España fue un espacio de una libertad insólita, insólita casi diría en Europa, no existía censura ni autocensura. A partir del año 2000 las cosas cambiaron, existe una forma de censurar encubierta muy sibilina.

¿Ocurrirá entonces?

Supongo que ocurrirá como ocurre con otras obras. De momento tiene por delante una gira importante, pero curiosamente no hay ningún teatro público en Madrid que haya acogido la obra, vamos a ir a un teatro privado en Madrid. Se lo propusimos al Teatro Real de Madrid, pero no nos contrató.

¿Por qué eligió al rey emérito para una obra precisamente ahora, en estos momentos?

Hace muchos años yo pensaba que el rey merecía una obra por esa vida tan especial, un niño que estaba en un internado en Suiza, que a los 10 años llega a España con el dictador, que mata a su hermano de un disparo fortuito y tiene que cargar con esa inmensa culpa, que tiene que lidiar con las presiones del antiguo régimen que intentan sabotear la democracia, que tiene que terciar con un golpe de Estado, que tiene deslices éticos importantes, que ha tenido amantes por todas partes, casi con una especie de patología sexual importante…. Este hombre que tiene que abandonar la corona y su país y vive actualmente en el exilio con los árabes. Todo este conjunto de cosas hacen un caso insólito. Shakespeare, Moliére o Valle Inclán antes que sus obras habrían preferido hacer la obra de este hombre. Pero también hay otra razón: es Ramón Fontseré y su capacidad extraordinaria para introducirse en el personaje. Sin Fontseré no habría hecho esta obra seguramente.

Albert Boadella
El dramaturgo, actor y director, Albert Boadella.

“Puigdemont no da para una obra, lo máximo un sketch

¿Cómo ha sido la vuelta a casa, a Els Joglars, después de 12 años?

Es una casa en la que estuve 50 años. Ya no soy el padre de la casa, soy el abuelo (ríe). Ha sido una alegría inmensa, sobre todo porque se ha trabajado bajo mi fórmula de hacer de hace 12, 20 o 30 años. Este espectáculo ha sido construido como construí esos espectáculos sobre Dalí o sobre Pla, con la misma fórmula. Ha sido una especia de vacuna o droga de juventud. Ahora ya necesito más drogas que vacunas (ríe). Además he trabajado con artistas jóvenes, ha sido una gozada y un regalo para mis 80 años.

¿Es un hecho puntual o después de esta obra tienen otros proyectos juntos?

Mi relación con Joglars desde el momento en el que abandoné la compañía ha sido muy estrecha, con Ramón he hablado mucho de las obras que tenía en mente, he visto ensayos de ellos… La relación no se perdió nunca. En el futuro es posible que nos animemos y nos lancemos a otros proyectos, mientras mi cuerpo aguante es muy posible. Bueno, más que mi cuerpo, mi mente.

¿El personaje de su próxima obra podría ser Puigdemont?

(ríe) No, no, no. No merece una obra, lo máximo un sketch. Eso no es un personaje, no es nada, nada, un pobre tipo sin ninguna importancia como persona, aunque la pueda tener políticamente o estratégicamente, pero como persona no es nada. Para hacer una obra hay que tener una dimensión, incluso le reconozco al propio Pujol una dimensión de personaje, era alguien, para mí alguien nefasto, pero por lo menos era alguien. Puigdemont no es nada, sería perder el tiempo.

No es nada pero tiene en su mano la gobernabilidad de España ¿no le parece?

Eso sí. Pero eso en el mundo de la política siempre sucede. El propio Adolf Hitler ¿era alguien importante? No era nada más que un psicópata, un pobre mediocre, resentido, que consiguió casar con una determinada corriente ideológica en Alemania y se convirtió en el monstruo en que se convirtió. Pero en el fondo son gente que no es nada. Lamentablemente en política esa gente que no es nada muchas veces tiene una importancia crucial. Estamos cansados de ver políticos que son realmente ignorantes, gente que no tiene ningún interés humanístico, y que marcan pautas e incluso llegan a legislar sobre la vida de los ciudadanos. La gran contradicción de la vida.

“Me distancié de Cataluña porque entró en un proceso de degradación”

¿Cree que al final Puigdemont dará su apoyo a Pedro Sánchez o habrá de nuevo elecciones en España?

Es posible que le dé el apoyo, porque en el fondo ellos fuera de Pedro Sánchez no tienen salida posible, por lo tanto se agarrarán a un clavo ardiendo, a este clavo. Es lo lógico en cierta medida. No creo que haya otras elecciones, Sánchez hará lo posible para ello (ríe).

¿Cómo es su relación con Cataluña? ¿Hay posibilidades de reconciliación?

No, me es indiferente. No tengo interés alguno sobre este territorio, en el que vivo. Vivo en una masía en medio de l’Empordà, pero mi vida no está en Cataluña. No tengo ninguna relación con el mundo de la cultura en Cataluña, tengo muy pocas relaciones con catalanes en Cataluña y mi vida está en otras partes de España. Hace muchos años que me he distanciado de este territorio porque ha entrado en un proceso de degradación y de decadencia que a mí no me complace para nada participar en ello. Prefiero pasar los últimos tiempos de mi vida en otras cosas que considero más positivas.

El pasado año celebró el 60 aniversario de su carrera, ¿cómo han sido estos años? ¿Con qué se queda Boadella?

No me hubiera imaginado nunca la suerte extraordinaria que he tenido. Como se dice vulgarmente: parece que haya nacido con una flor en el culo (ríe). Mi vida personal y amorosa ha sido con una mujer con la que llevo 47 años, y desde el punto de vista artístico he conseguido hacer lo que me ha gustado. He conseguido llegar e interesar al público y crear polémicas muy serias con la propia sociedad, ¿qué más puedo pedir a la vida? Soy un afortunado. Vivo en un lugar magnífico, en una casa del siglo XVI que restauramos mi mujer y yo.  Si miro atrás miro con nostalgia por el tiempo pasado, pero soy de carácter muy optimista y todavía tengo el morro de mirar para adelante con optimismo. Entiendo que se necesita mucho morro para decir esto a los 80 años.

Guadalupe Leitón
Periodista

Autor

Magazine Cultural de entrevistas, reportajes y noticias que recoge las creaciones culturales y artísticas que tienen como origen o destino Extremadura.

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