En la vega del río Árrago, en mitad de una zona de dehesa, hay un caserío medio derruido que se hace llamar el cortijo del conde de Malladas. Un escenario con halos de misterio donde, un siglo atrás, tuvo lugar uno de los crímenes más mediáticos del momento. Cinco fueron las víctimas mortales de un caso que puso a Moraleja en el mapa. Hoy ese enigma revive en la capital de la Sierra de Gata, pero alrededor de un titular más positivo y atractivo, el de la celebración del Festival de Novela Negra Gata Negra.
En la comarca extremeña de Sierra de Gata, donde confluyen espacios de baños entre pozas y gargantas que parecen un auténtico capricho de la naturaleza, veranean la novela negra, el rock o el cine independiente. Conforman una oferta cultural que invita a recorrer este pulmón verde de Extremadura.
El Festival Gata Negra echó a andar el pasado verano, a iniciativa de su comisario y como respuesta a la pregunta de por qué Extremadura no podía tener un festival en torno a este género literario. “La idea me rondaba hace tiempo porque hay festivales de novela negra en toda España, y ésta era la única región que no tenía. Me lié la manta a la cabeza y aquí está”. Son palabras de Luis Roso, el alma mater de esta cita. “Y dónde mejor que en mi tierra, en Moraleja”.
NOVELA NEGRA PARA REDESCUBRIR SIERRA DE GATA
Así germinó un festival que este año celebra su segunda edición. En un primer esbozo, tal y como recuerda Roso, Gata Negra se pensó como algo más íntimo y comarcal. “Un fin de semana en el que recibir a ocho o diez autores, todos amigos míos”, revela. Pero tras proponerlo al consistorio moralejano, la propuesta fue a más. “Les gustó, lo contaron a la Diputación de Cáceres y a la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y también les gustó. Y lo que iba a ser algo de andar por casa terminó reuniendo a más de 30 autores en una cita nacional de primer nivel”.
Juan Ramón Lucas, Manuel Marlasca, Marta Robles o Susana Martín Gijón son algunos de los autores que pasaron por esta primera entrega, que se celebró el pasado año y contó con un respaldo de más de 1.500 asistentes.
“Al principio la gente no sabía muy bien qué era, pensaban que eran escritores que venían a dar charlas, pero en mi cabeza tenía un motor turístico y económico para la zona. Algo mucho más grande, un festival cultural para poner a Sierra de Gata en el mapa”, declara al mismo tiempo que confirma ser afortunado. “Pocos tienen a toda una comarca detrás como es mi caso, y eso tengo que agradecérselo a todo el pueblo de Moraleja”.
Una de las peculiaridades que hacen único el Festival Gata Negra es su carácter transfronterizo. A unos 25 kilómetros de la frontera con Portugal, la cultura serragateña no se entiende sin el sentimiento rayano que impregna la zona. De ahí que, desde el primer momento, estuviese presente el país vecino. “Además, con un objetivo principal”, recalca Roso. “La novela negra portuguesa no se conoce, ni se publica, en España. Quitando a Saramago y Pessoa, es algo completamente desconocido”, lamenta.
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La segunda edición de Gata Negra, que se celebrará del 1 al 7 de agosto en Moraleja, ha propuesto un acto de hermanamiento entre la novela portuguesa y la española. Para ello propone una excursión al país vecino en la que tendrá lugar un evento que acercará ambas culturas, pero no será la única actividad extra.
Más allá de recibir a reconocidos autores de novela negra y para adultos, entre los que se encuentran Antonio Mercero, Dani Montero, Juan Bolea o las booktubers May Ayamonte y Paula Boutellier, la organización propone otros planes para redescubrir Sierra de Gata desde el prisma más enigmático. Incluye escapadas por la naturaleza, conciertos y una actividad literaria inclusiva que contará con la presencia del escritor Paco Bescós y la colaboración de ASPACE y Mensajeros de la Paz.
“Es un lugar muy plácido donde se siente un halo de misterio y magia”, admite el comisario. De ahí que la invitación vaya más allá de los amantes de la novela negra. “Que vengan, independientemente de que les guste o no este género. Es la mejor excusa para conocer el entorno natural de esta comarca”.
GATEANDO, CINE PARA DEFENDER EL PATRIMONIO NATURAL
Otro festival que se encuentra en plena vorágine de preparativos es Gateando. “Aquí siempre estamos liados, pero ahora mucho más”, comenta con una sonrisa Sergio Cordero, director de esta muestra cinematográfica que este año celebra su séptima edición. Será en agosto, y promete volver a llevar hasta diferentes pueblos de Sierra de Gata un amplio abanico de títulos alternativos.
“Aún no se puede desvelar nada de la programación porque estamos cerrando los últimos flecos”, dicta el director al mismo tiempo que asegura que se mantendrá el nivel alcanzado en años anteriores. “Gateando ha evolucionado por expectativa y por confianza”.
Esta muestra echó a andar a raíz de los devastadores incendios que asolaron la comarca en 2015. “Yo me crié en la zona de la sierra que se quemó y apagué muchos incendios cuando era un niño”, relata Cordero. Ver esas laderas arder le inundó de tristeza y se propuso hacer algo que pusiera en valor la riqueza medioambiental del territorio. “Qué se puede llevar a la Sierra para que aporte algo, me pregunté. Y yo mismo me respondí que por qué no algo de cine y naturaleza”.
Así nació Gateando. Lo hizo de forma tímida. “Ahora conseguimos juntar a unas 200 o 300 personas en cada proyección pero cuando empezábamos no éramos más de 60 o 70”. Pero con un objetivo claro, el de llevar a los entornos rurales una oferta cultural diferente a las propuestas comerciales. “La temática es mucho más profunda. Tratamos de mostrar a todos los públicos los retos a los que se enfrenta la humanidad del siglo XXI, como son la defensa y la conservación del medio ambiente”, continúa el director. “Es un homenaje a Sierra de Gata, al norte extremeño y a Extremadura en general”.
Una de las peculiaridades que posee este festival de cine es su capacidad para programar en diferentes enclaves a la misma hora. “No me gusta hablar de itinerancia” , pide Cordero. “Lo que he intentado es que en todos los pueblos se vean las mismas proyecciones a la misma hora”. Así, un año más, el eje vertebrador de la cita será Villabuenas de Gata pero serán varias las localidades que acojan la impronta de Gateando. “A lo largo de estos años hemos visitado una veintena de localidades, y hemos pasado de llamar puerta por puerta a que sean ellos quienes nos llamen”.
Eso sí. A pesar de que los municipios sean dispares todos tienen algo en común: la proyección en un entorno natural donde el agua y la vegetación quedan cerca. “La idea es disfrutar al lado de un río de un documental o un cortometraje mientras cimbrean los árboles por el viento”. Una estampa que ha llegado a cautivar al público internacional. “Hemos recibido a varios críticos de cine a nivel nacional y a espectadores de diferentes partes del mundo: japoneses, ingleses…”, haciendo de esta cita cinematográfica la mejor excusa para enseñar la forma de vida de la comarca.
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TORROCK FESTIVAL, ROCK EN SIERRA DE GATA
A pesar de que la oferta cultural se multiplica durante los meses más calurosos, el verano no es el único periodo en el que disfrutar de la cultura en Sierra de Gata. Hay otras citas que prolongan la temporada desde los meses de primavera, como el Torrock Festival, una cita musical que surgió a iniciativa de sus vecinos más jóvenes.
“Habíamos viajado a varios festivales fuera y nos preguntamos que por qué no podía haber algo similar en nuestro pueblo”, narra Pablo Lucio. Él es uno de los integrantes de la asociación Bellota Rock, una entidad que persigue esa filosofía: movilizar el tejido local para facilitar la organización de citas culturales en entornos rurales. “El objetivo era crear eventos en los que el pueblo se sintiera partícipe. Algo del pueblo para el pueblo”, resalta.
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Torrock Festival, la cita de rock de Torre de Don Miguel, fue uno de los primeros eventos que se marcó en el calendario de esta asociación. “En mi pueblo siempre ha habido muchas bandas de música y siempre han sido muy rockeros”, cuenta Lucio. Así surgió el caldo de cultivo para que una veintena de vecinos apoyase la iniciativa de Bellota Rock, la asociación que por entonces echaba a andar con la ilusión y la energía de un grupo de amigos amantes de la música. La única premisa: involucrar al municipio. “Desde el primer momento enfocamos la organización de festival como algo más que un negocio, algo para el pueblo que tenía que conseguir que la gente se sintiera como en casa”.
Y tanto que lo consiguieron. Durante sus cinco ediciones han logrado cosechar un éxito de público que se desplaza desde otras comunidades autónomas para disfrutar de la oferta del Torrock Festival. “En un pueblo de poco más de 400 habitantes hemos conseguido meter a casi 1.500 personas, con todo lo que eso supone”. Eso sí, la primera fila queda reservada para los autóctonos.
“Es muy satisfactorio ver cómo la gente mayor del pueblo se involucra. Son generaciones que vivieron la Movida Madrileña y ahora disfrutan de bandas a nivel nacional en su municipio”. Y cita a La Polla Records, Cría Cuervos e Impedanzia como algunas de las bandas que han pasado por el escenario del Torrock.
Cuando le preguntan que por qué en primavera, al joven no le tiembla la voz para dar explicaciones. “En verano hay mucha oferta, y viene la gente. Pero queremos que vengan más allá de esas fechas”, asevera. “La cercanía de la gente, la buena gastronomía y la variedad de planes hacen que la Sierra de Gata sea el mejor plan para cualquier persona”.
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